Sería el 97 o 98, no estoy completamente seguro en este
momento, pero uno de esos años hace ya bastante tiempo cuando por vez primera
miraba una caricatura que me parecía bastante peculiar. Su nombre era Pokemon y
básicamente se trataba de peleas de mascotas que para eso estaban hechas, en un
universo paralelo con fines extraños, no cuestionables desde el punto de vista
de que se trataba de una historia animada ficticia.
Por su puesto, poco tiempo después habría la oportunidad de
conocer el origen este programa televisivo japonés, un videojuego del portátil Game
Boy que sí lo pensamos ahora se veía poco atractivo, pero que en su momento era
un “boom” extraordinario por un concepto diferente a la hora de hacer juegos.
Así tuve mi primer acercamiento con pokemon, con no más de 9
años y para algo que no pensaba me acompañaría el resto de mi vida. Entonces
solo jugaba por diversión, por entretenimiento y sin pensar realmente en
competencia u otras cosas, y eso que dicha franquicia siempre tuvo entre sus
objetivos el promover a los multijugadores y la convivencia.
Hoy, casi 20 años después de su nacimiento y con una gama
inmensa de productos, Pokemon es quizá una de las marcas más famosas a nivel
mundial que ha prevalecido pese a lo cambiante que es el mundo hoy en día.
Mejorando el modo de juego, la vista y por supuesto las opciones se han atraído
a más y más jugadores cada vez, en tanto que se ha dado otro fenómeno
interesante al conservar a muchos de los fans originales.
Y es quizá todo esto que he podido vivir y la manera en que
lo he conocido que me lleva a afirmar lo siguiente: Pokemon no es un juego para niños. No por su contenido, ni que sea
prohibido o algo así, sino que está más que demostrado que son los jóvenes y
adultos quienes más lo disfrutan.
Los juegos son originalmente creados para este público
infantil, aunque hoy en día el mercado mismo ha visto que hay un potencial muy
grande en el público adulto, por lo cual ya hasta ponen clasificaciones y se
vuelven más restrictivos en su catálogo, pero en el caso de Pokemon se mantiene
todavía una clasificación PG (Parental Guidance) o E (Everyone), al no encontrar
mayor inconveniente y ser de fácil entendimiento para todos.
Sin embargo lo que me tomó mucho tiempo comprender es que la
mejor manera de disfrutar este juego es en el modo competitivo. Lo digo en
serio y sin el fin de alardear, alguien puede pasarla bien en “atraparlos todos”,
pasarse las misiones y hasta conseguir altos puntajes al interior del mismo
juego, pero como sostienen muchas otras franquicias, nada se compara con la
experiencia de compartir y competir con otros usuarios, más ahora que el
internet ha facilitado este tipo de vivencias.
¿Pero por qué decir que Pokemon es un juego para adultos? Muy
simple, es un juego de estrategia y por lo general es una audiencia mayor la
que disfruta de hacer razonamientos y escenarios, como el ajedrez pero a un
nivel distinto. Y claro que hay niños que disfrutan del ajedrez y son muy
buenos, es más, es considerado un deporte y hasta hay competencias mundiales, como
en Pokemon, pero las variables quizá son menos y no hay predeterminaciones
considerando equipos o preparaciones previas.
En segundo lugar podemos poner a la matemáticas. Es tal vez
un estereotipo viejo y aburrido eso de decir que a los niños y jóvenes se les
dan poco los números, que es la materia menos favorita en la escuela y que hay
muchas otras cosas en las cuales prefieren poner su atención, pero tristemente
es una realidad que prevalece aún con las nuevas herramientas tecnológicas que,
en teoría, facilitan esto.
Pokemon tiene mucho por explotar en las matemáticas. Porcentajes,
variables, datos básicos, logaritmos, todo eso interviene en una experiencia
mucho más intensa de juego, aunque claro que sin abusar, pues hay quienes
manipulan esto a un grado que los lleva a tener prácticamente control sobre
todo lo que ocurre y ocurrirá dentro del juego, aunque afortunadamente para
todos ellos un enfrentamiento con otro entrenador también tiene variables
impredecibles, lo cual hace más justa la competencia y sin duda más
emocionante.
En tercer lugar y quizá lo menos relevante, pero para mí
gusto también un factor de peso, la complejidad de sus historias. El universo
Pokemon es ficticio, todos lo sabemos, pero eso no lo exime de tener su propia
historia y sus versiones, creadas en muchas ocasiones por los mismos fanáticos
que les gusta pensar en un mucho más allá del inicio y el final de la historia,
el cual por cierto no se ve cercano.
El público infantil por ello no encuentra ese mismo
enganche. Hay animaciones y “memes” que hasta lo pintan cómico pero es una
realidad. Crean videojuegos basados en la segunda guerra mundial con el
objetivo de atrapar a los jóvenes y adultos, pero terminan siendo los niños y
adolescentes sus principales jugadores, mientras que la otra meta se envuelve
en el universo de atrapar, criar, entrenar y pelear con los “monstruos de
bolsillo”.
Puedo hablar de lo que veo pero también de lo que he vivido.
En lo personal siempre he sido fan de la franquicia, he seguido un poco las
series y jugué los videojuegos que pude. Pero en definitiva no fue hasta que
pude entrar a la Liga Pokemon Chihuahua y que me enseñaron a fondo el modo
competitivo que realmente lo he disfrutado.
Así uno encuentra siempre algo que hacer, entrenar,
preparar, crear variables, hacer estrategias y formar nuevos equipos, todo lo que
al final te entrega una satisfacción asombrosa cuando lo ves tener éxito. Es a
lo que yo llamo una genuina experiencia Pokemon.
No me malentiendan, de igual forma no digo que el público
más joven no pueda disfrutar y ser competitivo en esto, de hecho para mí sería
sorprendente y gratificante ver a los niños enrollarse de verdad con el juego,
pero son pocos los casos y es por ello que resulta mucho más común darle la
bienvenida a otro adulto en este mundo.
A esto le podemos sumar el pensamiento analítico que se
genera uno, que aunque parezca presuntuoso, te sirve en otras situaciones de la
vida, si es que sabes aplicar todo lo que aprendes en lo que se te presenta a
diario, pero esto último también es ya decisión de cada persona.
Habrá otro momento para hablar de los beneficios que tiene
como cualquier videojuego, pero por ahora solo quería dejar en claro cuál es mi
pasión con este juego y porqué hoy en día sigue siendo algo que me motiva y
emociona mucho, aunque no sea yo ningún campeón internacional o ejemplo a
seguir, pero sin duda Pokemon me ha hecho más competitivo y no es solo un “hobbie”,
sino una forma de vivir.
Nos leemos en la siguiente entrega.